ANDORRA.
Últimamente se ha producido una gran controversia en que algunos youtubers españoles se trasladen a vivir a Andorra, arguyendo que los impuestos en España son abusivos. Aunque mucha gente no esté al corriente, Andorra dejó de ser un paraíso fiscal en 2018. Si bien, es cierto que estamos ante un país de muy baja tributación en comparación con España.
Como algunos se han ido fuera, se han convertido en el blanco de muchas críticas, acusándolos de insolidarios y demonizando su actitud. Sin embargo, hay otra serie de ciudadanos y empresas que no tributan en España y no se oye que se cargue contra ellos. La pregunta es evidente ¿por qué contra los youtubers sí y contra el resto que tributan fuera, que probablemente sean muchos más, no? Opiniones al respecto habrá infinitas.
Es factible que detrás de este tipo de actuaciones haya objetivos para conseguir seguidores. El estar en el centro de alguna polémica hace que la curiosidad humana despliegue todo su vigor y empiece a ver videos con las opiniones de estos profesionales. Esta actitud de los youtubers lleva a que muchos jóvenes piensen en ir a vivir a Andorra y vean como algo nocivo el pagar impuestos. Debemos pensar si todos los que criticamos esta circunstancia actuamos en consecuencia. Probablemente no.
El problema va más allá de los impuestos. Muchos de estos trabajadores digitales son auténticos ídolos en la actualidad. El que aparezcan rodeados de bienes suntuosos, traslada la idea errónea de que conseguir dinero y llevar ese nivel de vida es fácil. Todo esto lleva a que sus seguidores quieran hacerse ricos rápidamente, abandonando actitudes tales como el esfuerzo, la constancia y la preparación.
La facilidad de acceso y los contenidos de las redes sociales lleva a crear estereotipos que muchos quieren imitar. Con frecuencia olvidamos que en estos profesionales hay un elevado grado de representación, abanderado por la opulencia y prepotencia verbal, obviando principios básicos como la humildad.
Es evidente que estas profesiones han venido para quedarse y que los nuevos millonarios que surjan seguirán queriendo irse a vivir a Andorra. Este comportamiento refleja cómo es la sociedad actual en la que el egoísmo y a la adoración al yo, tal vez, hayan alcanzado cotas nunca vistas. Igual, ha llegado el momento de plantearse que las personas no somos divinas y que ser modesto nos puede ayudar a vivir con más humanidad.
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