MI PRIMER TRABAJO. ALGUNOS CONSEJOS QUE RECIBI.
Con el paso de los años, recuerdo mi primer trabajo que fue en la Asociación de Promotores Inmobiliarios de Valencia. Lo veo desde la distancia, estuve alrededor de una década, la última década del Siglo XX. Aún no he logrado entender como estuve tantos años.
En aquel trabajo aprendí a entender el mercado laboral, a conocer a las personas, tanto para lo bueno como para lo malo (tarea nada fácil). Aprendí el valor de la formación, tanto profesional como humana, aspectos en los que allí me ayudaron todos. También me llevó a ir fijando metas posteriores y que, poco a poco, se han ido cumpliendo.
Recuerdo una frase que me dijo un abogado (en la Asociación casi todos eran abogados). Me dijo: "Chimo no me escuchas", era totalmente cierto. Aquella frase la recuerdo muy a menudo. Demasiadas veces nos hablan y no escuchamos. Cuando alguien te habla para responder adecuadamente debes escuchar e interpretar bien lo que te dice.
Hubo otro abogado que me dio, al menos, para mi gusto, unos muy buenos consejos. Cuando me los daba no era consciente de lo importantes que son. Cada día que pasa los sigo recordando con mucho cariño, eran estos:
- Cuando te marques un objetivo no quieras llegar rápidamente a la meta. Márcate etapas cortas, sé constante y cuando acabes una etapa pasa a la siguiente. Cada objetivo lleva su tiempo para alcanzarlo.
- Nunca olvides que los pequeños detalles te dicen como son las personas.
- Aprende siempre a ponerte al nivel de tu interlocutor, cuando una persona te pida asesoramiento no le hables con tecnicismos, háblale con respeto y, sobre todo, de forma que te pueda entender.
Me dio algunos más pero me quedo con estos tres. Fue la persona que más influyó sobre mí, especialmente, a nivel personal. En aquellos tiempos tenía más confianza en mí que yo mismo. Hace tiempo que no sé nada de él. Tal vez vuelva a buscarlo y quede algún día con él para darle las gracias.
Otro abogado, que paso por una silla por la que habían pasado unos cuantos antes, (no sé que tenía esa silla que era como una especie de desfile). A menudo le comentaba yo, que era cuestión de tiempo que desalojara la silla, aguantó mucho, la verdad. Hoy encabeza un magnifico despacho. Cuando le estaba diciendo que se iría, en el fondo también me estaba diciendo que me tenía que ir. Como así fue. ¡¡¡Y menos mal que lo hice !!! ya que este abogado, pasado un tiempo, me confesó que si no lo hubiera hecho le hubiera defraudado. Tenía razón, hice lo que debía. Con él mantengo contacto actualmente, y desde aquí quiero agradecerle su ayuda.
Me ha costado mucho tiempo entenderlo. A pesar de que no me gustaba nada el trabajo, a fecha de hoy estoy convencido que aquel trabajo en la Asociación de Promotores me ha servido mucho a nivel profesional y, sobre todo, para descubrir algo muy importante: lo que NO QUERIA ser ni hacer en mi vida.
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