DOS AÑOS EN CHINA

Tengo un amigo empresario que viaja con habitualidad a China. De vez en cuando nos llamamos para "fer un cigarret", es decir, hablamos un ratito, nos reímos, contamos alguna tontería y poco más. Otras lo hacemos porque necesitamos consejo o puntos de vista diferentes sobre algún asunto concreto. La última vez que nos vimos, no hace mucho, quedamos a almorzar y de ahí, surgieron estas palabras.

Mucha gente pensamos que ir a China es un motivo de orgullo empresarial o personal (para algunas personas puede que lo sea). Él no lo ve así. Viaja a China para comprar productos y revenderlos aquí en España con el objetivo de sacar hacia adelante su empresa. No viaja por gusto, lo hace porque todo buen empresario debe adaptarse al momento y realidad que le rodea. De momento toca ir a China, mañana ya veremos.  

Dice: lo peor de los viajes a China es la comida. Siempre que regreso, cada vez más cansado, supongo que por los años, le digo al taxista que me deje en el bar de la esquina de casa y pido un bocadillo de tortilla de patatas. "Esa tortilla Chimo, me sabe a gloria, no lo puedes ni imaginar". La gente piensa que es bonito ir a China. He ido muchas veces y siempre tengo más ganas de regresar que de volver a ir.

Persona de talento, sin duda alguna. Cuando hablas con él, rápidamente te explica la arquitectura de su empresa. La lleva perfectamente definida en su cabeza. En una breve conversación te explica claramente lo que hace la empresa, cómo lo hace, cómo está el sector, el tipo de cambio, cualquier aspecto que influya en el entorno en el que se mueve. Buen comunicador, y supongo, que excelente comercial, dada la competencia existente la empresa se mantiene con rumbo firme. 

Su cabeza es un torrente de ideas que no dejan de fluir. Para sobrevivir debe estar constantemente adaptándose y renovando ideas. Todo este conocimiento empresarial, demuestra que su gran pasión, aunque no lo dice así, es ser empresario. Creo que es buen empresario porque su calidad humana está por encima de la empresa. 

Esta calidad humana le lleva directamente a entregar todo su buen hacer a su otra gran pasión, no menor, que son sus hijos. Siempre pendiente de ellos, podemos decir que es un padre entregado. Inculca continuamente el esfuerzo y la constancia, además trata de enseñarles a valorar las cosas. Afirma: todo lo que compras tiene un precio, debes aprender a valorar en esfuerzo ese precio. 

Estas dos pasiones las complementa con cada instante que le ofrece la vida. Sabe disfrutar de un descanso, de una reunión de amigos, de una copa. Como dice el refrán, la persona con talento sabe lo que tiene que hacer en cada momento.

Repasando los viajes a China, de repente, nos damos cuenta, que por los años que había ido y duración de cada viaje, llegamos a la conclusión de que había vivido dos años en China (64 viajes a un promedio de 11 días por viaje). Al igual que Marco Polo escribió Los Viajes de Marco Polo, él también podría escribir un libro titulado "El hombre que estuvo dos años en China". Conociéndolo, no cabe duda, que sería un gran manual tanto personal como profesional.



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