INTERNET DE LAS COSAS.
Hace un tiempo, una señora que trabaja en la banca me dijo lo siguiente: "estoy estudiando unos productos que quiere vender el banco a principios de año. Y la verdad, creo que a nadie le sirven para nada. Lo que pasa es que la nueva política del banco es colocar estos productos a los clientes". Me pareció una reflexión muy acertada.
En la actualidad se utilizan habitualmente términos como algoritmo, big data, inteligencia artificial, internet de las cosas, 5G ... palabras que muchas veces no alcanzamos a saber su significado concreto, al menos, en mi caso.
Parece ser que, a través del 5G, lo próximo que se va a instaurar en nuestra vida será el internet de las cosas. Es decir, tendremos una serie de dispositivos que controlarán todo lo que hagamos nosotros y pase en nuestros hogares. Será un paso más para hacer nuestra vida más "cómoda" y que no se nos "olvide" nada.
Cada día, estamos más integrados en el mundo digital. Un mundo que nos ha abducido paso a paso, poco a poco, sin que nos demos cuenta. Hoy ya es imposible salir de ese entorno, con lo cual, la única solución que tenemos es aprender a convivir con él. Cuando algo nuevo nos invade -como es el caso-, al no tener experiencia al respecto, es difícil dilucidar cuáles van a ser las consecuencias futuras y, sobre todo, legislar al respecto. La tecnología está llevando unos cambios en nuestra forma de vida, que no sabemos muy bien cual será su alcance.
La aparente gratuidad de las tecnologías, ha hecho popular una sentencia que todos damos por buena. Es la siguiente: "si algo es gratis es que el producto eres tú". De entrada, es triste tratar a una persona humana como un producto; comprar y vender personas es una definición de esclavitud.
Entiendo que la cuestión va más allá del producto. Con el internet de las cosas, algunas empresas van a tener a su disposición toda la información posible y actualizada de cada uno de nosotros. Cada paso que damos está controlado como nunca lo ha estado. Tenemos la creencia, o mejor, la percepción, que con Internet la información se ha democratizado. Sin embargo, la información válida, la de cada uno de nosotros, está en muy pocas manos. Está en las manos de los que mueven los hilos de la tecnología y marcan las pautas de funcionamiento del futuro inmediato.
La frase de la señora del banco me hace recordar al internet de las cosas. Desde mi perspectiva, todos estos aparatos de última generación tecnológica de los cuales vamos a disponer, realmente no nos hacen falta. Por otro lado, es evidente que hay mucho interés en introducirlos. La pregunta es: ¿Qué busca el internet de las cosas? La respuesta es simple, busca nuestros datos para comercializar con ellos. El tiempo nos dirá si es la forma adecuada para la convivencia del ser humano.
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