ME RECONOCIÓ
Hace años conocí a una persona con la que tuve el placer de trabajar, poco tiempo pero intenso. Surgió una amistad que dura hasta hoy. Recuerdo el día en que nos presentamos mutuamente ya que no nos presentaron. Visto a fecha de hoy, esa no presentación por terceros fue para bien, porque, desde un primer momento, nos dimos cuenta de cómo estaban repartidas las cartas y tanto las de Rafa como las mías estaban marcadas.
Antes de conocerlo, me habían hablado mal de él. Recuerdo el momento en el que nos conocimos como si el tiempo no hubiera pasado. Estaba con su chaqueta y sus gafas, se levantó cortésmente de la silla y me dijo: hola, soy Rafa. Nos estrechamos la mano de forma breve y firme. Estuvimos hablando unos minutos, me impresionó su verbo, su clarividencia y su energía al hablar. Vi en él una persona muy educada. La primera impresión no era la que me habían contado. Algo no empezaba a cuadrar.
Nos veíamos poco debido a que no estábamos en el mismo centro de trabajo, aunque por circunstancias del mismo manteníamos telefónicamente el contacto. Al poco tiempo tuvimos muy claro que, de allí, solo podíamos retirarnos con la mayor dignidad posible cuanto antes, por estas dos razones. Una era que nos rodeaba gente de hablar mucho y hacer poco. La otra que no confiaban en nosotros. Rafa me dijo: "hay que tener muy claro que donde no hay confianza lo mejor es marcharse."
Teníamos claro que todo se iría al garete, como así fue. Creo que no es prepotencia por nuestra parte ni que nosotros seamos más listos que nadie. Un compañero nos lo dijo también: "esto está escrito". Únicamente, teníamos claro que para sacar un proyecto adelante hay que estar rodeado de la gente adecuada, de la que puedas aprender, de la que de vez en cuando sea crítica.
Rafa estuvo allí poco tiempo. Tiempo más que suficiente para ver en él toda su valía profesional y personal. Al poco de irse Rafa yo también decidí buscar otros caminos. La vida nos juntó allí -para mi fue un regalo encontrarnos-. Pronto nos dimos cuenta, creo que él ya lo sabía de antemano, de que no estábamos rodeados de la gente adecuada. Cuando no hay gente que te acompaña en el viaje lo mejor es cambiar de compañía.
Después de mucho tiempo, Rafa me confesó que la primera vez que nos vimos, no me conoció sino me reconoció. Me dijo: "es muy triste, Chimo, te reconocí por lo mal que me habían hablado de ti". Como a los dos nos gusta el tenis, resumiré, en términos tenísticos mi admiración hacia Rafa: Lo admiro porque, a pesar de las dificultades que puedan surgir, sabe jugar muy bien en todas las superficies, nunca pone excusas y es el compañero ideal para un doble.
GRACIAS, Rafa, por todo lo que me ayudaste en aquellos momentos.
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