ANARQUIA ORGANIZADA.

Me viene a la memoria el día que conocí a Javier. Llegué a una empresa y allí estaba Javier liado con el montaje de una red informática. Nos presentaron, nos saludamos y cada uno siguió a lo suyo. A veces, me detenía un momento, a observarlo, y lo veía de aquí para allá, con ordenadores, cables, impresoras, hacia arriba y hacia abajo. Sin aparente prisa y con gran eficacia, iba dándole forma notable a su tarea, a pesar de los escasos medios de los que disponía. Ahí pude ver que se desenvolvía en ese trabajo con mucha agilidad.

Pasados unos días, no recuerdo exactamente cuántos, tomando un bocadillo en un bar al lado de la empresa, aparece Javier preguntando si se podía sentar, le dije que sí. Hasta ese momento, en él veía una persona enigmática y ahora tenía la oportunidad de tratarlo más distendidamente. En una primera impresión demostró ser una persona sensata, disciplinada y buena. El tiempo ha demostrado que así es. 

Al poco tiempo le pedí ayuda para unos problemas informáticos. Los resolvió como es él, a su manera, con eficacia, con cabezonería bondadosa. Y esos problemas han sido y son, la excusa idónea, para después tomar una cerveza, o una pequeña cena y disfrutar de la compañía de este tipo, distinto a la mayoría. Su manera de entender la vida, su realismo, su dignidad, te lleva al recuerdo de que existen grandes personas con las que es una suerte encontrarte con ellas.

Por el paso de los años, este informático, ha dejado huella en mi vida, supongo también que en la de otros. He tenido la suerte de disfrutar grandes momentos con él y espero seguir disfrutándolos. Persona de hablar poco, aun así, su presencia ocupa mucho espacio. Sólo con verlo, sabes que si hay alguna dificultad, va a estar ahí, para echar una mano y resolver el problema.

Hemos pasado un largo tiempo en el mismo trabajo (espero y deseo que no sea el último). Trabajo duro en algunos momentos, complicado en otros y, Javier, siempre ha estado ahí, dispuesto, resolutivo, acompañando. De este tiempo me quedo con el amigo que me llevo. Un personaje con el que vale la pena pasar un rato de asueto, donde se muestra cercano y con todo su esplendor. 

Persona de gran humanidad y peculiaridad, de anarquía organizada, esa extraña anarquía que gobierna su vida, que imprime su personalidad y que lo dota de eficaz profesionalidad.  De ideas firmes y, a veces, complejas. Destaca su realismo, por momentos crudo, quizás, demasiado crudo. Con lo que le conozco sé que es alguien difícil de encuadrar en una definición corta y concreta. La vida te regala sorpresas, y la de Javier es una sorpresa de la que vale la pena cuidar y disfrutar.

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