CONFIANZA
La confianza se define como la esperanza firme que una persona tiene en que algo suceda, sea o funcione de una forma determinada, o en que otra persona actúe como ella desea. Todos los días vivimos y necesitamos de ella aunque muchas veces sea de forma inconsciente.
Como cualquier aptitud inherente a la persona, la confianza hay que ir adquiriéndola y cultivándola poco a poco. A medida que pasan los años hay personas que van ganando confianza en ellas mismas y otras que la van perdiendo. Tenemos que intentar que esto último no suceda. Para ir ganándola debemos aprender de los errores que cometemos y procurar que no se repitan tratando de afianzar nuestros actos hacia el camino al que queremos dirigirnos.
Una prueba evidente de que se puede mejorar es, que muchos niños, cuando son pequeños tienden a copiar los actos de sus padres o personas allegadas pues ven en ellas la solución a muchas de las incógnitas que les van surgiendo. Suelen preguntar cuando les aparecen dudas o no entienden cualquier cosa. Si resuelves una duda o solucionas algo correctamente acumulas seguridad y experiencia, convirtiéndose la suma de ambas en una mayor generación de confianza.
No hay que confundir confianza con afán de protagonismo o intención de imponer nuestras ideas sobre los demás. Tener seguridad en los actos propios viene respaldado a través del esfuerzo, la integridad y la madurez. La confianza se debe ir afianzando con el paso del tiempo para lo cual no podemos dejar de cultivarla. Actuar con ella da seguridad y tranquilidad sorteando posibles dudas que, a buen seguro, llevarían a la generación de problemas. Hacer algo no se debe fiar a cosas aleatorias porque probablemente no sucederá lo que esperemos que pase.
La mejor forma de llegar a mantenerla y acumularla es ver las cualidades de las personas en quienes confiamos. Cuando lo hacemos en una persona es porque vemos en ella unos valores que nos ofrecen la seguridad de que no nos va a fallar. Seguramente veremos a la persona como tal, sabiendo que tiene virtudes y defectos, ahora bien, encontrando en ella valores firmes como honestidad, profesionalidad o integridad. Tal vez sean estos los valores que nos deberíamos aplicar a nosotros mismos.
Tanto a nivel personal como profesional las relaciones deben estar basadas en la confianza entre las partes. Sin ésta, cualquier proyecto está abocado al fracaso. Las relaciones basadas en el interés de alguna de las partes son muestra de desconfianza. Sin haber un interés común, las posibilidades de que acaben mal son muy elevadas. Es importante aprender a confiar en las personas adecuadas, tarea nada fácil.
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